La Semana Santa de Sevilla nace, en mi, de los ojos de un niño. Sevilla fue mi primer destino vacacional una Semana Santa. Hacía ella invitado por una tía, fui a vivir, junto a un primo los días grandes de la ciudad. Recuerdo la noche del Miércoles al Jueves Santo viajando en un autobús. La impresión de aquella ciudad en aquella mañana del Jueves Santo, la Avenida de la Constitución, por la que tantas veces he andado después. La subida a la Giralda, pero sobre todo recuerdo la primera imagen que vi en una iglesia en aquella Semana Santa de mi infancia, una Virgen bajo un palio, una Virgen a la que muchos miraban emocionados y ¡qué distinta era de la dolorosa que yo había visto hasta entonces en mi pueblo!. Aquella imagen me robo el corazón y plantó en mi una semilla que todos los años me hacía añorar su rostro y su ciudad. Aquella Virgen era la Macarena.
Aquella primera semana santa sevillana no puede decirse que pude disfrutarla: el agua hizo que muchas cofradías no pudieran hacer su estación de penitencia en aquellos días. El primer paso que vi andando me cautivo era la Exaltación, que buscaba con su Cofradía la Santa Iglesia Catedral. Luego la lluvia rompió aquel sueño y recuerdo el paso, casi corriendo, de la Oración del Huerto de Montesión buscando la Catedral, donde aquella tarde se tuvo que refugiar. Aquel año no pude vivir la Madrugá, las personas que me custodiaban temían que aquella noche pudiera pasarnos algo a los niños, éramos muy pequeños. Pero a la mañana siguiente volvimos al Barrio de la Macarena, y no pudimos ver a la Señora por la bulla que había.
Mi último recuerdo de aquellos días fue la imagen de otra dolorosa, la Soledad de San Lorenzo, recién salida de la Catedral, dispuesta a avanzar hacía la cuesta del Bacalao. Aquella dolorosa me hizo prometerme a mí mismo que algún día volvería a Sevilla en Semana Santa.
Pasaban los años y cuando la luna de Nisam iluminaba la noche de primavera, yo seguía desde mi casa todo lo que los medios de comunicación transmitían de aquella ciudad y su Semana Santa. Llegó a internet a mi vida, y Sevilla y su Semana Santa con él. Descubrí gracias a Internet la Semana santa de Sevilla, más misterios, más palios, que me llamaban a visitar la ciudad.
El Domingo de Pasión oía los pregones desde mi ordenador y oía las maravillas que los pregoneros proclamaban de las imágenes de aquella ciudad. Y un día volví y viví varias semana santas que sólo los caprichos de la vida hicieron que se interrumpieran un año. Pero que, sin duda, algún día volveré a vivir.
Aquellos pregones que los conservo en papel todos y releo muchas veces son el origen de este blog que ahora comienza su andadura y que como hago cuando los leo, estarán acompañados de una foto del paso, el texto del pregonero y un video de un momento de ese paso. Un blog que quiere ser un homenaje a Sevilla y a su semana santa en la voz de sus pregoneros.